Comunidad organizada

Devolver la mano

La Corporación La Caleta desde sus inicios (1985-2020), En este contexto ha contado con la solidaridad comunitaria y especialmente de los y las jóvenes en los diversos territorios donde hemos realizado el trabajo.

La prioridad del “voluntariado” ha estado en que jóvenes de los territorios donde estamos, para que puedan aportar su tiempo al trabajo con los niños, niñas y adolescentes, lo que llamamos “DEVOLVER LA MANO”.

La primera experiencia partió en la población “Angela Davis” de Recoleta.  Dos de ellas en la actualidad son miembros del Directorio de la Corporación. Más adelante trabajando en alrededor de unas 40 poblaciones diversas, podemos decir que innumerables jóvenes han sido parte de estos procesos de solidaridad. Otros jóvenes han sido parte de la Caleta como trabajadores incorporándose a los procesos como profesionales.

Consideramos que la implicancia de la comunidad desde los diferentes actores es fundamental para ir generando cambios profundos y culturales y donde los propios niños, niñas y adolescentes puedan aportar a sus pares recreando la vida comunitaria.

En este contexto La Caleta con los solidarios jóvenes, fue premiada por su trayectoria en la solidaridad de ellos hacia los  niños y niñas. Este premio fue dado por la Red de Voluntariado del proyecto ASOCIA en Julio del 2018, recibiendo el premio dos jóvenes de Lota donde desarrollan su trabajo en varias poblaciones de la Comuna.

Para mi participar desde niña en la Caleta significa contar con un espacio seguro en el cual podía jugar, dar mi opinión, tener personas que demostraron una preocupación real por promover nuestros derechos en el territorio. Luego cuando estuve como monitora primero con grupo de niños y niñas de la población fue entregar lo que a mi me entregaron los profesionales que fueron parte de la organización. Quizás fue querer que esos niños y niñas sintieran y reconocieran un espacio donde poder simplemente niños y niñas. Ahora como profesional ha sido un trabajo donde he aprendido muchísimas cosas. Me ha permitido poner a prueba mis capacidades y pese a que muchas veces el contexto hace muy difícil hacer un trabajo constante y real en los territorios, creo que el tener la convicción de apoyar, de acompañar, de facilitar ciertos procesos con niños y niñas y jóvenes me dan esas fuerzas para que por supuesto muchas veces decaen pero basta con el saludo, con la sonrisa de los niños y niñas de los territorios para retomar y recordar lo importante que es para ellos y ellas como para mi seguir trabajando y aportando a mejorar aunque sea en lo más mínimo su calidad de vida

Alejandra

La Legua, 23 años.

Para mí el ser niño en la Caleta fue algo maravilloso que me enseñó lo que era ser niño. Respetando mis derechos y a la vez enseñándome aquello. En lo personal La Caleta fue mi puerta inicial a lo que soy hoy por hoy. Soy un agente comunitario en pro de la niñez y adolescencia. La Caleta me enseñó las cosas buenas de la vida, me dio seguridad como niño y ahora como persona que no por venir de un territorio vulnerable voy a ser mala persona o que no voy a alcanzar lo que me proponga. También me enseñó lo que verdaderamente me gustaba lo que quiero ser para el resto de mi vida. Me enseñó un camino diferente a lo que me decían. Y ahora ser monitor es algo bonito que en cierta forma es devolver la mano al trabajo que hicieron conmigo. Darle a los niños, niñas y adolescentes una luz de esperanza a la realidad que cada uno vive en su territorio. Demostrarle al niño, niña lo que puede ser capaz de ser. Dejarlos ser y que se sientan niños y niñas ya que sabemos que en los territorios vulnerables es muy difícil serlo.

Byron

Yungay, 18 años.

El ser niño en la Caleta fue una bonita experiencia y ahora de monitor quiero entregar todo lo que aprendí a los niños y niñas de mi población.

Alex

12-16 años.

Nuestras alianzas

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